El momento en que se extraen los óvulos durante un tratamiento de fertilidad puede influir significativamente en las tasas de nacidos vivos, según una investigación reciente publicada en Human Reproduction, una destacada revista de medicina reproductiva. Investigadores australianos descubrieron que la extracción de óvulos durante los meses de verano aumentaba en un 30% la probabilidad de nacimientos vivos en comparación con la extracción de óvulos en otoño.
El Dr. Sebastian Leathersich, obstetra, ginecólogo y becario en Endocrinología Reproductiva e Infertilidad, dirigió el estudio y destacó que la tasa general de nacidos vivos tras la transferencia de embriones congelados en Australia era como promedio de 27 nacimientos por cada 100 personas. Sin embargo, cuando los óvulos se recogían en verano, la tasa aumentaba a 31 nacimientos por cada 100 personas, frente a los 26 nacimientos por cada 100 personas de los óvulos recogidos en otoño. Las tasas de nacidos vivos de primavera e invierno se situaron entre estas dos cifras y no fueron estadísticamente significativas.
Además, los investigadores observaron un aumento del 28% en las probabilidades de tener un hijo nacido vivo en las mujeres cuyos óvulos se recogieron en los días de más sol, en comparación con los de menos sol.
Estudios anteriores habían arrojado resultados contradictorios sobre el impacto de las estaciones en las tasas de embarazo y de nacidos vivos, sobre todo en relación con la recogida de óvulos y la congelación de embriones en la FIV.
El Dr. Leathersich explicó que, aunque las variaciones estacionales en las tasas de natalidad natural están reconocidas desde hace tiempo en todo el mundo, éstas pueden verse influidas por diversos factores, como elementos ambientales, conductuales y sociológicos. La mayoría de los estudios sobre las tasas de éxito de la FIV se centraban sobre todo en las transferencias de embriones frescos, lo que dificultaba separar los posibles efectos de factores ambientales como la temporada y las horas de sol en el desarrollo del óvulo de los que tienen en la implantación del embrión y el embarazo precoz.
En cambio, ahora muchos embriones se congelan y se transfieren en una fecha posterior, lo que brinda la oportunidad de explorar por separado el impacto del medio ambiente en el desarrollo del óvulo y el embarazo precoz. Los investigadores analizaron los datos de 3.657 transferencias de embriones congelados realizadas en una única clínica de Perth durante un periodo de ocho años.
El estudio reveló que las mayores tasas de nacidos vivos se asociaban a la recogida de óvulos en verano y a un aumento de las horas de sol en el momento de la extracción. Curiosamente, la temperatura del día de recogida de los óvulos no afectó a las tasas de nacidos vivos, pero la transferencia de embriones en los días más calurosos provocó un descenso del 18% en las tasas de nacidos vivos y un ligero aumento de las tasas de abortos espontáneos.
El Dr. Leathersich subrayó que, aunque la edad sigue siendo un factor crítico para el éxito del tratamiento de fertilidad, este estudio subraya la importancia de los factores ambientales para influir en la calidad de los óvulos y el desarrollo embrionario. Sugirió que los médicos y los pacientes deberían tener en cuenta factores externos como las condiciones ambientales junto con las elecciones de estilo de vida para optimizar los resultados de fertilidad.
La investigación también planteó cuestiones sobre factores como los niveles de melatonina y las diferencias de estilo de vida entre estaciones, que pueden contribuir a las variaciones observadas. Se necesitan estudios futuros para confirmar estos hallazgos en distintos entornos y explorar el impacto de los factores estacionales y ambientales en los parámetros espermáticos. Además, los investigadores tienen previsto analizar los datos sobre la calidad del aire para examinar los efectos de los contaminantes nocivos en los resultados reproductivos.